sábado, 22 de noviembre de 2014

Calidad o no calidad. En eso estamos.

Tenía siete años cuando me regalaron por reyes mi muñeca favorita, esa que marcó mi infancia  y  posteriormente  hasta los momentos de ocio en mi vida adulta. Ella fue mi hermana, mi amiga, mi confidente, mi paño de lágrimas y mi compañera de alegrías. No tuve hermanos y cuando estaba en casa todo lo compartía con mi muñeca.  Al año siguiente quise el armario pero mis padres viendo el precio me convencieron para que por la misma cantidad optara por otra muñeca de similares dimensiones y su dormitorio completo. (He de aclarar que en mi casa me explicaron muy pequeña que los Reyes Magos eran los padres y que si quería regalos me tenía que portar bien. Me llevaban antes de vacaciones de Navidad a escogerlos y me los daban el primer día de vacaciones). Me convencieron y me llevé el otro lote lamentándome por el armario que no conseguí. La otra muñeca, la pobre, no resistió dos semanas. Se rompió por la cintura, algo habitual en ellas. Era mucho más barata, mas articulada y más delgada pero se “descuajeringaba” con facilidad. Si le di mucho uso al dormitorio pues le servía a mi muñeca favorita que sobrevivió duros embates.  Era frecuente que nos juntáramos amigas en casa de una y lleváramos nuestros juguetes. Algunas teníamos la misma muñeca en sus distintas variantes de pelo o raza pero otras niñas tenían otras muñecas fabricadas por otras empresas,  más grandes o más pequeñas. Recuerdo una que se le rajaba la pierna con facilidad, otra que se rompía la goma que unía las piezas, otra a la que los zapatos se le pegaban a los pies… a las pobres les pasaba de todo pero las que teníamos la misma que la mía parecía que poseíamos un todoterreno, potente y fuerte… aguantaba lo que le echábamos. Hasta que llegaron las articuladas, que eran algo más delicadas y rompían por el cuello  fundamentalmente. Ese modelo articulado duró pocos años en el mercado, mis primas pequeñas volvieron a tenerlas sin articular aunque algunas tenían mecanismos musicales que también eran delicados pero no puedo negar que las simples volvían a ser bastante duras. Tan duras que después de aparcar las muñecas unos dieciocho años y volver a retomar la afición en edad adulta esas muñecas rescatadas de las manos de mis amigas y primas, al igual que la mía propia mucho más antigua, estaban en perfecto estado.
No era yo la única con ese interés y la empresa que las comercializaba debió vislumbrar un hueco en el mercado porque, junto con otra que hasta el momento se especializaba en peluches, sacó a la venta una colección.  Maquilladas con sombras de ojos, unas con vestidos del mundo y otras con trajes varios y  complementos muy vistosos. Las coleccionistas veteranas se quejaban de que la calidad era baja comparada con las tradicionales que habíamos conocido.  Después de unos cuantos modelos se acabaron y durante años sólo tuvimos a mano una de comunión, una pobre sufrida que se vio sometida a todo tipo de experimentos para cambiar de color, de maquillaje, ojos y de lo que se terciara con la intención de conseguir algo lo más parecido posible a nuestra encantadora antecesora. Inútil por cierto.
Y comenzaron las reediciones. Gran alegría y alborozo entre la comunidad amante de este coleccionismo. Alguna fue todo un acierto como cierta negrita de pelo corto rizo. Otras un auténtico desastre y la empresa prometió que se harían las muñecas en España y no en China y que pasarían rigurosos controles de calidad. Controles que dejan pasar muñecas con la cuenca de un ojo más grande que otro y  cuyos desperfectos llegan  hasta  los moldes de las piernas que son de distinto tamaño.  Así que miramos hacia atrás y empezamos a mirar a las del mundo y compañía elogiándolas por su calidad en comparación a éstas, cuando no hace tanto las denigrábamos porque perdían en comparación con la antigua, con la primera.
La polémica está servida, por un lado pensamos que pagamos excesivamente por un producto de baja calidad aunque sea para colección y no para jugar, y me imagino que la empresa pensará que en realidad no le compensan los costes y que bastante da por ese precio pues tiene claro que  si no consigue beneficios  no hay producto. Nosotros no nos queremos quedar sin la muñeca pero no queremos estos defectos.  Unas voces se alzan diciendo que ya bastante tenemos con que nos reediten la muñeca  y que no debiéramos encima protestar porque nos vamos a quedar sin las reediciones, y, que a quien no le gusten no las compre. Lo curioso es que año tras año parece que ya nos vamos adaptando al hecho de que tienen que traer defectos y, después de ejercer nuestro derecho al pataleo, simplemente buscamos como disimularlos o arreglarlos.

En resumen,  pedimos más calidad y, si fuera posible, por menos dinero,  y la empresa quiere más beneficios sin tener que gastar en mayor calidad, y sin tener que comerse las piezas defectuosas que parece que intenta colarlas en el mercado a toda costa,  pero ya parece que nos vamos acostumbrando  y hasta justificado o tolerado y antes de quedarnos sin la muñeca tragamos.
YO… ¡ LA PRIMERA!.

martes, 23 de septiembre de 2014

La cara oscura del coleccionismo


La vida es dura.

Somos las personas las encargadas de hacerla más liviana.     

 ¡O no!.

El coleccionismo es una de esas parcelas de la vida que se me antojaba podía ayudarnos a introducirnos en un universo paralelo donde olvidarse del ruin mundo. Yo estaba firmemente convencida de que me encontraría con personas que compartirían mi misma visión e igual pasión. En mi utopía no había lugar para bajas pasiones o malos sentimientos, se trataba de disfrutar y abstraerse del mundanal ruido.

No podía estar más equivocada.

En realidad,  parte de las personas que se autodenominan coleccionistas usan este terreno para plasmar las frustraciones que no consiguen superar en la vida cotidiana y elevan su nivel competitivo convirtiendo la afición en una carrera de fondo donde las zancadillas son habituales y los codazos y empujones son frecuentes y reiterados. Las triquiñuelas usadas son tan infinitas como innumerables son las personas que las celebran. Lo más infame es que aunque esas coleccionistas de medio pelo no duran mucho son tan frecuentes y son reemplazadas tan rápidamente por otras de su misma calaña  y su huella es tan devastadora que el daño perdura en el tiempo y en la mente de la gente de buen vivir.




Es usual que un vendedor se comprometa con un comprador y aparezca otro que ofrezca más dinero y el vendedor no mantenga la palabra. ¿Entramos en el campo de la supuesta libertad de comercio o de la ética comercial? Este trapicheo es frecuentemente tapado con innumerables mentiras que se pisan unas a otras y caen por si solas pero que no le importan realmente a los falaciosos. Unos han conseguido la pieza codiciada y otros el dinero. Nada tiene más valor en sus vidas.

Otra artimaña es la lastimera, la típica plañidera, siempre con problemas que consigue dar la suficiente pena como para que los demás se vuelquen y ayuden a conseguir sus propósitos. No confundamos vivir un mal momento en la vida con hacer de la vida una adversidad continua. Y en ello hay personas que son autenticas profesionales, manipuladoras natas acostumbradas a conseguir así lo que quieren.

Y no nos olvidemos de la “buena amiga” que te da la puñalada trapera, que te pone verde o te deja mal ante el entorno y trata de sisarte lo que puede. Y así hay más casos que me hacen plantearme qué valores tenemos en realidad y qué es lo que nos importa de veras.




Básicamente todo se resume en “yo, yo, yo, yo y sobre todo yo”. Si tengo dinero te zampo todo y si no lo tengo a ver como consigo que no tengas nada y lo que tienes ¡lo quiero! y aunque yo tenga 300 y tu 3, ¡tu tienes mas que yo! Pero como tu tengas 300 y yo 3 ¡Dios te coja confesada!.

En resumen… pura y dura envidia, disfrazada de amistad, de rabia, de cara dura o de angelito arrojado del cielo a patadas…… pero envidia, de esa que no deja vivir, que paraliza, que limita, que hace que la vida gire en torno a un único pensamiento ¿cómo hago para fastidiar? ¿Cómo consigo que  esa sufra y yo disfrute con su dolor? Porque si no consigo que la otra parte no sufra no logro una satisfación y sin esa satisfación no hay sensación de que no soy  algo importante. Y si que se consigue ser algo importante, una grandísima hija de puta, claro que para quien no se considera nada, para quien no es capaz de hacer crecer su autoestima de manera sana, el conseguir destacar en esos términos es todo un logro y no una vergüenza y de ahí que, veamos como dicha acémila se rie cuando los demás ven en realidad lo patético de la situación. ¿y qué queda entonces? ¿revolverse como la víbora que es e insultar a todo lo que se mueve para seguir reafirmando en falso esa autoestima ficticia? ¿o empezar de nuevo y construirse desde firmes cimientos? Por desgracia esto es lo más difícil y lo más fácil es siempre buscar una disculpa para seguir adelante con los mismos patrones y por supuesto, culpar a los demás. Y es que, por si fuera poco, la propia conciencia del ser humano es muy mentirosa,  nos deja ver de nosotros mismos una versión mejorada,  no nos permite percibir como realmente somos puesto que si ello ocurriera, y tuviéramos conciencia, no podríamos vivir con nosotros mismos.




Por mi parte, mi filosofía en este mundo se resume en procurar ser siempre realista con mis posibilidades y mis expectativas aunque debo reconocer que me las suelo saltar porque me gusta soñar con alguna pieza que está fuera de mi alcance pero ello no me impide disfrutar plenamente de lo que tengo y de lo que voy consiguiendo (últimamente debido a la crisis muy poco) y sobre todo, procuro admirar muy sanamente lo de los demás pero soy honesta conmigo misma y reconozco cuando siento envidia (¡y vaya si la siento y vaya cómo la siento!) y trato de asumirla de la manera menos dañina para mí y para los demás. Es un sentimiento humano y como tal es normal sentirlo, pero es mi deber aprender a canalizarlo y sobre todo saber disfrutar, compartir y vivir feliz con lo que en mi medida he podido conseguir. Y es importante valorar lo que mis amigas han conseguido con su esfuerzo porque también son merecedoras de ser felices con ello. Y en cuanto a las chinches, ¡creedme!, una muñeca que tengamos de cinco euros vale mucho más que cualquiera de quinientos o mas euros que se pueda conseguir de cualquiera de esas maneras de dudosa ética. Y ya se que se reirá la que lo haya hecho y dirá “mira tu esta qué dice porque no la tiene y porque rabia” y yo  digo, “pues no rabio, porque puedo vivir sin envidiar tu muñeca de quinientos euros y tu, no puedes vivir pensando que a mí me importa un bledo”.



lunes, 22 de septiembre de 2014

Buceando entre la fauna

Este texto dormía el sueño de los justos en una carpeta del ordenador. Revisando el ordenador con vistas a una próxima reinstalación di con él y recordé el momento en el que lo escribí, el día que supe que nunca tendría el valor de publicarlo o me iban a apedrear. Sin embargo hace unas semanas cuando no confirmé la amistad de alguien desconocido para mi en Facebook y esta persona me insultó a mí y a mi familia fui consciente de que no tengo porqué esconder mis opiniones, al fin y al cabo, haga lo que haga, diga lo que diga, voy a llevar por todos lados. Y no es porque las busque, a la paisana del facebook lo único que le hice fue preguntarle por mensaje de que la conocía o que intereses comunes podríamos tener porque eso de tener a lo vasto gente en mi perfil personalmente no me va. Así que, aunque por una vez vaya yo al encuentro de los problemas no creo que pase nada.
Alla vamos pues ¡arriba el telón!



BUCEANDO EN LA FAUNA DE LOS COLECCIONISTAS
Empezar a coleccionar y entrar en contacto con otros coleccionistas ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que he vivido en estos últimos años. En realidad fue como entrar en un pequeño mundo a escala con buena y mala gente. He conocido muchas personas pero casi todas han quedado aparcadas por el camino y muy pocas han seguido el recorrido conmigo, eso si, las que continúan son para mí como hermanas. En alguna ocasión me he visto tan decepcionada que me he separado y aislado y he tardado años en retomar el sendero del coleccionismo. Gracias a que en todas y cada una de mis etapas he encontrado siempre a una amiga que me ha ayudado en el momento oportuno a recuperar la ilusión y a no dejarme vencer por las contrariedades y desengaños.

Lo que más habitualmente me he encontrado es esa maldita tendencia a sobrevalorar lo nuestro y subestimar la posesión del contrario. Eso para los trueques es mortal de necesidad. Difícil llegar a un acuerdo equitativo. El problema es cuando una de las partes es experta en valoraciones a su favor y con el tiempo te das cuenta de que te han estafado, si, con todas las letras, porque es así como te sientes. Y si dices algo… malo, es tan pagada de si misma la persona en cuestión que encima tiene más que decir. ¡Aviados estamos! Mejor callar y aguantar. Menos mal que con el tiempo encontramos otras compañeras a las que les ha pasado lo mismo ¡y con las mismas personas! Conclusión. No somos nosotras, son ellas. Un punto para nuestra autoestima.

Otra es recoger el paquete, entregado por correos o empresa de mensajería. Un precioso paquete, todo enterito, inmaculado, sin más señales que las de tinta o pegatinas de quien se ha encargado de traérnoslo pero cuando lo abrimos ¡zaca! ¡Artículo roto!. Empezamos en plan guay comunicándole a la otra parte que nos ha llegado en mal estado o con tal tara el objeto que tanto deseábamos y si hay suerte se deshace el trato sin más. Pero en otras ocasiones comienza el mareo… que si no lo envié así, que si te lo rompieron en el transporte, que si fuiste tu y me quieres dar el cambiazo… ¡¡¡tortura total!!! Conclusión: en el peor de los casos a tragarse todo, artículo en mal estado, enfado, mala baba, y se genera una desconfianza que pagará en un futuro quien no tenga culpa.

Preciosa Lisa Jean que el vendedor se empeñó en que la rompió Correos.
El embalaje venía perfecto y el material de la muñeca es muy delicado.
El vendedor no aceptó devolución ni rebaja en una compra posterior que estaba pendiente.

Ah! y las fotos, esas hermosas fotos que nos muestran esa cosa tan linda, tan hermosa, tan perfecta…! Tanto que no es la misma cuando llega a casa por más que se empeñarán en decirnos que si (no os creáis que tiene cataratas ¿eh?). Mismo caso del plan anterior pero con engaño descarado, con alevosía y no tiene que ser precisamente con nocturnidad pero si es así las fotos aun salen más oscuras. Después de la tortura de reclamar porque a estas alturas esto si que está claro que es con mala intención me pregunto cual de estas opciones será la mas adecuada: si aconsejarle unas gafas para mejorar la visión o una mejor cámara de fotos porque recomendarle que sea mejor persona creo que estará fuera de lugar.

Y cuando vas a comprar algo especial, algo único, algo por lo que llevas suspirando y ahorrando ya no recuerdas cuanto. Haces una oferta, no te la admiten pero sigues subiendo y finalmente es tuyo. ¡Lo has conseguido! Lo tienes y al fin eres feliz ¿¿¿¿¿de veras?????? Espérate, no corras tanto. Ahora falta que llegue la que ofrece más, mucho más y el vendedor que no sabe lo que es tener palabra y si lo que es lucrarse más pues te da cualquier disculpa (suerte tienes si te dice la verdad aunque sea enmascarada) y te deja compuesta y sin novio.  Y si tienes mala suerte aparece la pavita de turno agitando su colita mientras enseña la pieza en concreto y se pavonea de cómo la consiguió aunque sea contando mentiras. Conclusión: de lo que te cuenten algunos elementos la mitad es mentira, la otra mitad no es verdad.

La más genial es la amiga, la colega, la que se te mete en casa, se hace la mejor amiga del mundo y te camela la familia. Empieza a ofrecerte estupendos cambios o pedirte cosas prestadas. Se lleva las cosas. No te trae ni lo que te tiene que traer a cambio ni te devuelve lo prestado. Y de volver a casa… nada. Lo peor es si tienes hijos pequeños ¿cómo les explicas que de repente ya no son objeto de su interés? Pues fácil, tal cual: “mira cielo, en la vida te encontrarás personas que te valorarán por lo que tienes y no por lo que eres, esas personas en cuanto no puedan conseguir más de ti, no volverán” Suena duro,  y probablemente no lo entenderán, pero apuesto a que lo recordarán el día de mañana. Conclusión: una buena lección de vida pero lo de que entre gente en casa no me gusta.

 Y no cuento ya la que quiere visitarte y ver lo que tienes. La que manosea todo y que cuando se va… te faltan un montón de complementos que lleva en los bolsillos de su abrigo o en su enorme bolso. ¡Hasta muñecas enteras se han llevado! Y no exagero.  Cualquier día hacen gala de su enorme cara y aparecen con camión de mudanzas con la disculpa de que vienen a tomar el café. Conclusión: ¡en mi casa no entra ni mi madre!

Y la que está empezando (¡o no!) pero quiere que le vendas tus piezas repetidas por el valor de coste (a ser posible del siglo pasado)  o que les consigas algún artículo especial y probablemente descatalogado apelando a tus contactos y para luego dejarte literalmente colgada diciéndote tan anchas y panchas que ya no les interesa y ahí te quedas amañandote como puedas, es decir ya te puedes espabilar y buscar la manera de revenderlas o regalarlas porque te has quedado a dos velas y con cara de boba… Eso ya ni nombre tiene.

Y si te cansas de los trueques o no te interesa nada de lo que te ofrecen y prefieres vender para sacarte unos euros con los que ir comprando algo que realmente te apetece te vas a encontrar de todo. Si eres regateadora nata pues ármate de valor porque te van a hacer lo mismo y más vale que no te quejes, donde las dan, las toman. Si no sabes regatear, encomiéndate a quien puedas y agárrate fuerte. No hay ningún problema en regatear, ¡ojo! me parece estupendo. Lo que ya no me parece tanto es aquel que cuando te vende no te perdona ni ese medio euro que tu sabes que está cobrando de más de los gastos de envío y que te los endosa como manipulación y por el papel (a veces reciclado de otro paquete, o simplemente un cartón del revés), o la cinta del embalaje. Pero mira por donde, que cuando le vendes tu, te llora hasta la saliva del sello de correos que curiosamente ya ni se pone porque actualmente te plantan una pegatina. ¡Si es que hay que tener cara y armarse de un valor...! Eso en los gastos de envío porque  cuando compran el artículo a cierto precio, sea en subasta o a precio fijo empiezan a lloriquearte que si están en el paro, que si no tienen ingresos, que si es para un regalo, que si es para ¡la madre que los parió!. ¡Oigan que nadie les obliga a comprar, y que si no pueden pagar pues que NO COMPREN!. Es así de sencillo. Además hoy en día muchos vendedores admiten que les paguen en varios plazos. Es cuestión de hablarlo antes con el vendedor y ponerse de acuerdo. Pero hablarlo ANTES, y no vacilar después. Conclusión: ¿la paciencia se vende en algún lado? Ese si sería un negocio redondo.

¿Continuo? ¿Se me queda algo en el teclado del ordenador? Seguro que si, pero no hay problema. Lo bueno de esto es que puedo entrar mil y una veces y rehacer el texto todas las veces que me de la gana ¡hasta que fuerza mayor me lo impida!  De todas formas seguro que en algún caso te has visto reflejada o reflejado y eso es porque en el fondo siempre pasa lo mismo, los problemas siempre son los mismos y nuestras debilidades son las mismas. Y por desgracia, la historia se repite una y otra vez, como si de un bucle se tratara. Creo que forma parte de nuestra naturaleza humana.


PD: Y si por un casual te preguntas si yo creo ser más afín a alguno de estos tipos te dire que siiiiiii, que indudablemente yo sobrevaloro lo mío pero infravaloro lo ajeno. Y bueno, de lengua afilada no ando corta y seguro que muchas otras cosas más que yo no me veo porque ya sabes aquello de que se ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. En todo caso, procura no inflarme el ego ni pisarme la autoestima demasiado.


viernes, 18 de junio de 2010

Sissi de Estrela

No hace mucho buscando en Internet información sobre una muñeca de Brasil, que de niña me regalara mi tío emigrado allá, me topé con la muñeca Sissi. Me llamó la atención cómo se parecía a Core pero no pude comprobar cuanta era la semejanza hasta que conseguí tener una en la mano. A mi me parece el mismo molde pero con las piernas rígidas como algunas Lisa Jean. En la espalda tiene el nombre de la casa Estrela S.A. Tampoco tiene los ojos durmientes aunque sus ojos son distintos y particulares de la casa Estrela.

Aquí una foto.




En cuanto a la cara fijándose mucho parece que hay dos moldes distintos pero con diferencias casi imperceptibles, uno parece tener unas facciones muy dulces y el otro una cara más rellenita.
Y para complicar más la cosa también se hizo una versión para Italia, exactamente igual a la que se vendía como Sissi pero con el nombre de Lisa. Vemos que la caja y la ropa es distinta. Milena Teixeria, una amable lectora me ha indicado que Lisa y Sissi son una licencia para la casa Estrela de la muñeca Tucha, Core y Lisa Jean. La diferencia entre las brasileñas Lisa y Sissi radica en los trajes. La muñeca Sissi hace referencia a la princesa del mismo nombre y por tanto usa trajes de época mientras Lisa usa ropas modernas y, en ocasiones, trajes típicos de diferentes nacionalidades.


Sissi en caja.





Arriba caja de Lisa, abajo trasera de la caja de Lisa.

Tucha de Brintoi/Jugal

Tucha, comercializada en Portugal por la empresa Brintoi/Jugal es casi idéntica a la Core. No se cual fue primera pero ambas son de los años 70.
La publicidad la presentaba como “Tucha, la gran amiga de las niñas que puede hacer lo mismo que ellas hacen. Es la primera muñeca nacida verdaderamente en Portugal. Es portuguesa como nuestras niñas. Tiene un guardarropa completo para cualquier ocasión – para cazar en África, hacer esqui, jugar al tenis, andar a caballo, ir a reuniones, o para trabajar de azafata en un agradable viaje de avión.”



Al igual que Core, Tucha tenía un amplio vestuario y diverso mobiliario. Su hermana pequeña, Tita o Alina se vendía tambien en España como Alina pero no se dio a conocer como su hermana. El enamorado de Tucha se llama Toni.
Las variedades, además de la Tucha negra, pasan por longitud y color de pelo

Arriba parte trasera que una caja de vestido y abajo de la caja de una muñeca

Diferenciar una Core de una Tucha tiene su truco. No hay ningún sello o marca de la casa que las diferencie. La Tucha tiene las cejas más gruesas, el color de su cuerpo es rosado en comparación a Core que es más bien anaranjado y el pelo de ambas es de diferente calidad, el de Tucha es menos flexible que el de Core.