jueves, 29 de octubre de 2009

El arte de coleccionar


           Coleccionar o no coleccionar ¿es esa la cuestión? 
Indudablemente el coleccionista nace pero con el tiempo también se hace. Todos nacemos con una manía recaudadora y recopilatoria pero no siempre se sabe encauzar y se guarda todo en un cajón o se almacena en una caja en el trastero. En el peor de los casos acaba en la basura. Muchos topamos con aquellos objetos que nos atraen misteriosamente y encandilan. Con minuciosidad se buscan, compilan, clasifican y catalogan e incluso se diseñan y hacen álbumes o muebles especiales para ordenar, proteger y disfrutar de ellos. Estos objetos se hacen importantes en nuestra vida. Y en ocasiones demasiado importantes. Por desgracia he conocido parejas que ya no lo son por culpa de las diferencias causadas por el ánimo coleccionista demasiado elevado de una de las partes que no era compartido por la otra. Algunas van capeando el temporal entre bronca y bronca y otras comparten aficiones. El éxito está en dosificar la afición y dedicar tiempo a todo y todos y no en agotar la paciencia del compañero que puede abusar de su condición de victima para convertir la convivencia en el campo de batalla de una guerra conyugal.... Así que no queda más remedio que apelar al sentido común y responsabilidad de todos a la hora de distribuir el tiempo de ocio en familia y el particular (y lo mismo en el terreno económico si procede). Las prioridades del coleccionista deben de estar muy claras, ser precisas y sobre todo conseguir llevarlas a cabo (mas o menos flexiblemente). Si no se consigue hacer así pueden surgir problemas. Tengamos en cuenta que hablamos de una afición que nos complementa y aunque unos pocos afortunados han conseguido hacer de ella su medio de vida no es lo único que debe llenar nuestra existencia.
            No menos importante es el apoyo que reciben los coleccionistas a lo largo de su vida. De pequeños solemos tener la “manía” de juntar cajas de cerillas, servilletas de papel, postales, posavasos, calendarios, estampitas de comunión etc... Esta multitud de objetos pueden suponer un desembolso económico muy bajo pero nuestros progenitores pueden interpretarlo como una pérdida de tiempo y si ya hablamos por ejemplo de sellos o monedas ya será una pérdida de dinero y hasta pueden intentar convencernos de que “eso” no nos va a dar de comer el día de mañana y  porqué no nos dedicamos a algo más productivo como estudiar o trabajar....
            Pero si tenemos suerte y nuestra familia nos apoya ya tenemos casi todo el camino despejado y si digo “casi” es porque ya hay que analizar otro aspecto de nuestra afición que no es ni mas ni menos que la reacción e nuestro círculo de amistades. Creo que todos aceptan como algo normal coleccionar sellos o monedas y a nadie extraña. La complicación viene dada cuando el objeto del deseo es algo menos corriente y usual. Y es que podemos encontrar que nuestro habitual entrono se enrarece un poquillo y la presión que puede llegar a ejercer puede impedir un desarrollo normal de nuestra pasión y puede propiciar que se llegue a ocultar e incluso  tratar como algo pernicioso y, lo que es peor, puede atacar nuestra autoestima haciéndonos un daño irreparable.
            Puedo asegurar que no somos raros en absoluto si no más bien al contrario. Nos hemos dejado llevar por un impulso instintivo en lugar de reprimirlo y lo hemos desarrollado de una manera productiva y rentable  sobre todo para nosotros mismos. No puedo describir la felicidad y plenitud que se siente al encontrar una pieza nueva. Yo diría que es algo adictivo e incluso peligroso si no se dosifica y controla. Esta misma sensación nos hace estar mas satisfechos con nuestra propia vida y lo irradiamos a los demás. Estoy convencida de que es la mejor cura para la depresión y la tristeza y también que irradiamos a los demás nuestra satisfacción con lo que nuestro entorno y nosotros mismos somos más felices. Influye en ello el contacto con otras personas que comparten nuestra afición. Hoy en día internet con su rapidez ha conseguido que nos podamos relacionar con personas de todo el mundo, conocer distintas costumbres y culturas. Así, quienes coleccionamos objetos comúnmente declarados “raros” nos relacionamos fácilmente con otros que también lo hacen y constatamos que los que nos rechazan son dignos de la lástima que aparentan tenernos. Y digo aparentan, porque desgraciadamente en demasiados casos esa “lástima” encubre envidia. Aunque esta también la encontramos entre los coleccionistas que codician las piezas de los demás e intentan conseguirlas por medios no demasiado ortodoxos. Y es que aunque en un principio la adquisición de nuevas piezas supone un gran valor sentimental no hay que olvidar que frecuentemente conlleva un desembolso económico y se empieza a ver la colección también desde este punto de vista tasando cada pieza y el conjunto en general y si nos sentimos mas felices por el incremento de nuestra colección hay quien antepone el cariz económico y ya se sabe... cuando se habla de dinero siempre aparece la avaricia... Mi gran satisfacción es comprobar que hasta ahora en casi todas las personas prima el aspecto sentimental y frecuentemente oigo cosas preciosas tales como que los coleccionistas somos los recapituladores de la historia de los objetos. Por mi parte yo mantengo que coleccionar es todo un arte y a  quien dice que arte es crear le respondo que con mi colección yo creo ilusión, esperanza y amistad. Me hace ser mejor persona, sentirme bien e intento que los que gozan de coleccionar como yo compartan estos sentimientos. Acaso ¿algo da más?

(Escrito en su tiempo para la página de coleccionismo de Telepolis)

6 comentarios:

  1. Gracias a ti por leerla y dar tu opinión. Yo simplemente he plasmado lo que he vivido. Saludos

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  2. La pasión coleccionista puede aportar mucha felicidad. Coincido con todo lo que escribes en esta entrada. Es importante para la satisfacción que la colección no te domine, ni te absorba, sino que complemente tu vida. Yo colecciono libros, es una actividad que me acompaña desde siempre, pero que cada vez va tomando más aspecto de colección propiamente dicha. Mis libros me hacen muy feliz, me llenan la vida.

    Con respecto a las muñecas, siempre me han gustado, y últimamente estoy investigando un poco en la red las colecciones dedicadas a la muñeca Nancy. Ella fue mi primera niña y mi infancia está inevitablemente unida a su recuerdo. Tuve infinidad de vestidos de Nancy, armario y cama que mi padre me construyó en madera, su hermanita Lesly, su novio Lucas... en fin, todo. Lamentablemente,al crecer tuve que deshacerme de todo ello, por la falta de espacio en la casa paterna. Siempre he llorado a esa muñeca, y todos los tesoros que acumulé durante mis años de niña. Cuando hace unos años volvió a fabricarse la Nancy antigua, no dude en comprarme una,y una Lesly. Ahora mi hija tiene la nueva muñeca,"la más bonita",que aunque es encantadora no tiene la dulzura de la original. Quiero hacerme poco a poco con un equipo para mi Nancy, aunque sea modesto. Comprendo muy bien la felicidad que te dan tus muñecas. Que sigas disfrutando.

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  3. Hola. Yo escribí esto en su momento basándome en mi experiencia. A día de hoy aun lo suscribo totalmente. Yo también adoro los libros y desde niña han sido mi mejor compañía. Por desgracia mi vista no me permite disfrutar de ellos lo que quisiera pero tienen su sitio de honor frente a las muñecas en unas estanterías desde el suelo al techo (y que ya no me llegan).

    Espero que poco a poco vayas encontrando lo que buscas de la nancy y para mi ninguna colección es mas modesta o menos, todas parten de la ilusíón y por tanto no se pueden cuantificar como si de una inversión se tratara.

    A mi hija aun no le he comprado la nueva nancy, de momento sus muñecos son el nenuco y similares de los 70 y algunos barriguitas. Se que en cualquier momento voy a tener que comparle alguna actual pero aun puedo ir retrasando ese día y actualmente disfruto jugando con ella mientras le explico como también su mamá jugaba con esos mismos muñecos. Esto tambien tengo que agradecerselo a su abuela, mi madre, que guardó todo sobre un armario hasta que se puso negro de polvo (y eso que yo cada equis años lavaba las muñecas y les cambiaba la ropa).

    Saludos y gracias por tu comentario. MC

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  4. Solo quería felicitaros por vuestra pagina, pienso exactamente igual.
    Soy una pequeña coleccionista y lo poco que tengo me gusta mucho, me encantan mis muñecas, disfruto bastante con mi colección, hay muchas personas que disfrutan con sus videojuegos, o móviles o internet, a mi me gustan las muñecas que tuve de pequeña, libros y albumes. Mis padres nos compraban muchas cosas y me gusta recordarlo.

    Es bonito ver que mucha gente piensa igual que tu, todo con moderación, sin exceso, solo tener lo justo, (porque si se tienen carencias las aficciones no las llenan, se siguen teniendo).

    Simplemente quería daros las gracias por compartir con todos las cosas que nos gustan. Bss. Eva Exposito

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  5. hola, solamente quería decir que encontrar esta y otra páginas en internet ha sido todo un hallazgo. Yo no me considero coleccionista, simplemente guardo todas las muñecas que tenía de pequeña,las cuido y conservo. Nunca me había preocupado de marcas, evolución de materiales o formas, precios, y mucho menos de restauraciones. Gracias por ofrecernos tanta información y recuperar una parte de nuestra historia.

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  6. me ha gustado mucho este artículo. Realmente describe el significado del coleccionismo hoy día.
    Yo no tuve una familia que comprendiera mi afición y por eso quedó enterrada durante años, pero por suerte, ahora con mi pareja, puedo llevarla a cabo más o menos, como puedo. Y tienes mucha razón, hay que dosificarse porque la pareja puede a veces agotar su paciencia....

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